sábado, 11 de enero de 2014

BITÁCORA, El Lirio Enero 11 de 2014


Terminar una misión es comenzar una vida con las experiencias compartidas y el corazón blandito. Pasan los días y voy viendo cómo lentamente los días se transforman. Es como sí un pincel mágico fuera dando color a todo lo que nos rodea y, lo que normalmente es impensable , se hace, para cada uno de nosotros, lo más normal:
La ducha fría es motivo de una marcha marcial y un rato divertido que nos hace olvidar las incomodidades que vivimos…
El menú de un día da para restaurantes, fondas, proms y el arroz sencillo o la sopa misionera son los manjares más esquistos que jamás hayamos probado…
Los baños se convierten en sitios de reunión y nuestros problemas estomacales dejan de ser privados para convertirse en conversación comunitaria…
Pero lo realmente maravillosos es que las quejas desaparecen, los dolores no se sienten, el cansancio no nos paraliza ni la falta de lo que pudiera ser vital, puede apagar la sonrisa que brilla en cada uno de nosotros…
Y una y otra vez vuelvo a preguntarme, qué hay detrás de todo esto que vivimos? Por qué nos enamora el pasar incomodidad, dificultad, cansancio? Y no puedo responder sino una sola cosa y lo hago con palabras de la Hna Glenda… TU LÓGICA, SEÑOR, ES OTRA LÓGICA.
Agradezco enormemente el que me duela todo, el que huela a “chivo”, y el que un hielo me sepa a manjar, porque eso me permitió verte, Señor y, al finalizar cada día de esta misión decir, mirando al cielo, aquí estoy pero sé que quieres algo más.

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